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Certain Women, Kelly Reichardt, EUA, 2016, 107'

Algo suena al comienzo de la película que no puede pasarnos desapercibido. Sobre la pantalla en negro, escuchamos unas bridas metálicas de caballo, como si alguien montara al estilo cowboy y se alejara poco a poco hacia las montañas. Después, la película se abre con un plano general del paisaje rural de Montana: un tren avanza a lo lejos y el traqueteo propio de sus vagones de carga hace desaparecer el paso de un caballo “invisible”. Asistimos por lo tanto en un mismo plano a dos tiempos del paisaje norteamericano: el antiguo de los nativos y de los conquistadores; y el moderno de las máquinas atravesando el país de costa a costa. Es un prólogo minimalista, muy propio de Reichardt, que podría querer decir: “Estos paisajes fueron atravesados por animales, personas e historias. Lo que sigue es el relato y la observación de algunas de esas vidas”.

La colaboración habitual de la directora con el escritor Jonathan Raymond cambia en este caso a la adaptación de tres relatos breves de la escritora Maile Meloy. Literatura y cine otra vez, esto ya lo destacamos en el primer texto de presentación de esta retrospectiva: todas las películas de Kelly Reichardt están atravesadas por un claro sentido del relato, de la narración, del detalle y observación de los personajes y de sus gestos. No se trata tanto de adaptar al cine los textos o diálogos de los libros sino de adaptar las imágenes y el tempo que contienen esos textos. “Paisajes de la sí ficción”, titulamos uno de los primeros textos de repaso a su obra. Y Certain Women es quizá su gran película-relato.

Por lo que vamos aprendiendo de su manera de hacer cine, por lo que sabemos de la tradición de la nueva narrativa (de Raymond Carver a Maile Meloy, de Adrian Tomine a Alice Munro), también la periferia forma parte de la historia. Eso exige atención, pues el relato se compone también de lo que aparentemente no es importante: una mirada en un café, un personaje no principal, una habitación iluminada por luz natural al estilo Hooper, un deambular cerca de un río, aquello que se indica pero que no se cuenta… Y el relato incorpora también, tal y como hemos visto en sus películas precedentes, lo que sucede en el interior de los personajes.

Certain Women es la historia de tres mujeres y de los personajes que rodean a esas tres mujeres. Certain Women es el relato de una comunidad cualquiera en mitad de ninguna parte. “Aquí vivió esta gente y estas son algunas de las cosas que les sucedieron”, diría ese prólogo que hemos imaginado sobre el paisaje del tren y del caballo.

Laura (Laura Dern) es abogada y suele ir a su despacho con su perro. Laura ha comprobado muchas veces que su voz profesional no vale lo mismo que la de otros compañeros hombres. Laura tiene una historia secreta, de la que apenas sabremos nada, con su amante Ryan. Laura es la encargada de llevar el caso del señor Fuller, un pobre hombre al que despidieron de su empresa tras un accidente de trabajo. Anoto mientras veo la película: “Indios en un centro comercial”; “Llorar mientras suena música country en el coche”; “El heredero al trono de Samoa”. Anoto también el carácter político de esta primera historia: así como en Night Moves tres personajes se rebelaban contra el sistema, en esta primera historia de Certain Women un trabajador que ha sido ninguneado por su empresa explota contra esa injusticia. Y Laura, de alguna forma, es obligada a hacerle compañía.

Gina (Michelle Williams) fuma mientras hace deporte. Gina parece sentir algo que tiene que ver con la idea de “desplazamiento”: una desconexión con su lugar y con su tiempo. Su matrimonio con Ryan no atraviesa un buen momento. Discute con su hija adolescente Guthrie. Y todo parecería poder resolverse con un gesto sencillo: Gina imagina que la casa que están construyendo en el bosque debería incorporar piedra nativa de la antigua escuela, de la época de los pioneros. Gina parece necesitar conectar con una tradición que le hable al mismo tiempo de su pasado y de su futuro. Anoto mientras veo la película: “Silbar como lo hacen las codornices”. La historia amarga que acompaña este relato es la de Albert, un señor mayor que vive solo y al que Gina quiere comprar las piedras.

La última historia la protagonizan una joven que trabaja en un rancho en mitad del campo de invierno (Lily Gladstone), y una profesora de derecho que da clases nocturnas en la escuela (Kristen Stewart). Es una maravilla esta historia del encuentro entre las dos y de la fascinación que el personaje de la profesora despierta en la ranchera. Y es cuando la película vuelve a su sonido original: los cascos y bridas del caballo sonando en la noche para enmarcar la secuencia de enamoramiento más bonita que he visto en el cine en mucho tiempo. 

Anoto mientras veo la película: “Nieve sobre los caballos”. “¿Por qué a esos adultos que van a la escuela nocturna no les interesa nada la historia de la educación pública gratuita y sí las cuestiones prácticas de su día a día?”;  “Repetir la ruta en coche que hace alguien a quien quieres, ese gesto, es decirle que le quieres”.

Las tres historias se tocan de forma sutil y luego vuelven a separarse, pues no necesitan explicarlo todo, sino que prefieren tejer un estado de ánimo, una sensibilidad común. Las tres historias tienen su epílogo y al terminar provocan algo de vacío y desasosiego, ese que produce el no volver a ver a alguien que deseas ver, ese que producen las películas que cuando terminan hacen que sigamos preguntándonos por sus personajes. ¿Qué habrá sido de Laura, qué habrá sido de Gina, qué habrá sido de Lily y Kristen?

Kelly Reichardt, una vez más, quizá con mayor precisión y sutileza que nunca, con un carrera ya asentada en sus espaldas, despliega sobre el paisaje un relato de compañía y soledad. Un melodrama minimalista.

Cuenta la directora que ella imaginaba una película tomada por la nieve, completamente blanca. Pero el resultado tiene mucho más que ver con lo que en el fondo nos está contando: el deshielo, ese momento en el que el paisaje idílico de postal nevada da paso, días después, a campos con nieve sucia, a barro en las botas, a montañas volviendo a su color marrón de siempre. “Nevó sobre la ciudad. Después la vida siguió su curso”.  

 

 

 

 
 
 

 

 

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Certain Women, Kelly Reichardt, EUA, 2016, 107'

 

 
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