Cuentan que las primeras composiciones musicales de nuestros ancestros humanos fueron la reproducción, mediante artilugios manufacturados, de sonidos naturales. El estruendo de un rayo, la corriente de un río o el graznido de un ave. Todo el mundo lo entendía porque apelaba a algo que ya habían oído antes, sonidos que hacían estremecer, alegraban o sencillamente inquietaban. Lo tradicional de Lorena Álvarez no es la reproducción de un folklore específico, sino la capacidad de compartir esa esencia de lo natural desde sus canciones a través de formas contemporáneas.
Tras la publicación de La Cinta (Sones, 2011), su primer LP Anónimo (Sones, 2012) y el EP Dinamita ( Producciones Doradas, 2014) ha conseguido traspasar los límites habituales de la música tradicional y situarla en un nuevo contexto en el que la contemporaneidad y la tradición pueden ir de la mano sin complejos, donde el pueblo y la ciudad se acercan, recorriendo caminos que hasta ahora estaban cubiertos de maleza.
Sus canciones mezclan instrumentos y sonidos de corte tradicional con aires más cercanos al pop contemporáneo. En ellas nos cuenta historias comunes, y es por eso que sus discos y conciertos atrapan, divierten y conmueven tanto a jóvenes como a mayores, que ven en su música un guiño sincero a los pequeños dramas y alegrías de las que se componen nuestras vidas. Picardía, astucia, humor y sencillez para un nuevo cancionero popular, tan necesitado.
Las canciones de Lorena Álvarez mezclan instrumentos y sonidos de corte tradicional con aires más cercanos al pop contemporáneo. Picardía, astucia, humor y sencillez para un nuevo cancionero popular, tan necesitado.