Al observar Hernani y sus alrededores en el mapa, me fijé en la construcción actual de los viaductos para el tren de alta velocidad, atravesando montañas, entrelazándose con las infraestructuras existentes y alzándose sobre el río Urumea. Está previsto que el proyecto se termine este año (2024), así que sería una buena oportunidad para observar de cerca la nueva estructura y las características espaciales que ofrece.
Cada construcción conlleva, a veces sin querer, la creación de nuevos espacios. Más allá de cumplir su función original, los grandes proyectos de infraestructura, como el viaducto Hernani-Astigarraga, ejercen un impacto importante en el paisaje y la vida que alberga. Diseñadas desde un punto de vista ingenieril, estas infraestructuras no suelen considerar el paisaje que generan en sus alrededores para el ojo humano. A menudo, dan lugar a intersticios extraños, áreas inaccesibles y tierras de nadie a sus pies. Estos espacios sobrantes se suelen considerar un subproducto de la construcción, en vez de un recurso, y muchas veces se descuidan o se cierran al público. Por lo tanto, año tras año lugares con un potencial rico tienden a convertirse en páramos de dominio público, paisajes de oportunidades perdidas. A través de la exploración física, investigaré la psicogeografía de los alrededores de los nuevos fragmentos del paisaje. Me interesa descubrir qué tipos de espacios y estructuras se han creado, su relación escultórica con el paisaje preexistente, qué tipos de materiales y rastros de la construcción quedan en la zona, y qué posibilidades ocultas pueden surgir de las nuevas estructuras.
En relación con esta exploración de exteriores, también me gustaría realizar investigaciones de materiales en el estudio y continuar mi experimentación actual sobre el vínculo escultórico entre el papel y el cemento, como reflejo del nexo entre el reino abstracto de la planificación y la modificación física del paisaje.