Continúo la revisión y culminación de un cuerpo de trabajo en desarrollo, centrado en la formalización de una constelación escultórica realizada a partir de materiales y procesos que han pasado a ser una constante en mi modo de trabajo: el papel y cartón reciclados, el textil recolectado y procesado —algodón, y tela vaquera—, y la reutilización de los desechos de ambos para generar fibra y pulpa vegetal sirviéndome de la máquina industrial hollander: un circuito de agua con un juego de manos/cuchillas gigante, creada en Holanda en el s.XVII para acelerar el proceso de producción de papel, similar en su proceso mecánico a los batanes españoles.
Pensando desde el lenguaje, y particularmente, desde los verbos —campos de acción— asociados a la escultura, se busca generar piezas que se rijan por la mecánica de las máquinas que se emplean para su producción, examinando la traducción de resonancias físicas a través de la materia, cuestionando si las palabras pueden restaurar una presencia o si la trazabilidad de un material puede soportar el peso de una imagen.