The Magic Mountain, Daniel Mann, Eitan Efrat, Bélgica, 2020, 68’

Cuando lo habitual es que los paisajes se entiendan tradicionalmente como representaciones bidimensionales, y como telones de fondo de grandes historias antropogénicas, La montaña mágica se detiene en el sustrato material que conforma el territorio, y en las energías vibrantes, a veces invisibles e indetectables, que participan activamente en el hacer y deshacer de la historia. Acercándose a la superficie del terreno y adentrándose en el propio suelo, donde la visión está totalmente disminuida, la película aborda los propios límites, enfrentándose al fracaso inherente a la captación de la naturaleza como imagen definitiva. 

Donde la vista está oscurecida, la visión también implica la reelaboración de la experiencia en el mundo a través de la imaginación, y la expresión de la imaginación en la creación de imágenes. Bajo tierra, donde prevalece la oscuridad, el cuerpo se convierte en un sensor que absorbe el entorno directamente a través de la sangre y los pulmones. Bajo tierra, la clasificación convencional de cinco sentidos discretos, aunque intuitivamente atractiva en cuanto a que se relacionan con órganos y lugares distintos del cuerpo, parece dirigirse hacia el olvido. Ningún sentido funciona de forma independiente de los demás, sino que el cuerpo se convierte en un conjunto músculo-esquelético, orgánico y neurológico. 

La Montaña Mágica cuestiona que podamos imaginar un paisaje que opere directamente sobre el cuerpo curando o matando.

Presentación y coloquio con Eitan Efrat.