Pasolini, antes de morir asesinado en 1975, escribió «L’articolo delle lucciole». En él planteaba la similitud entre la desaparición de las luciérnagas y la fragilidad de los pueblos, y pronosticaba la aparición de ciertas imágenes-luciérnagas que, desde el Arte, organizasen otros modos de comprender y, a la vez, de combatir la cegadora luz del capital. Hoy, a poco que miremos, vemos como la luz encandilante de lo espectacular gobierna nuestras vidas. La vivencia del fascismo contemporáneo es precisamente luz cegadora.
A partir de esta idea pasoliniana delle lucciole, se ha ido gestando Luciérnagas: un proyecto abierto y en proceso que hibrida investigación escénica, músicas, danzas y ensayos fílmicos. En 2019, tras el #ChileDespertó, comenzó Luciérnaga I recogiendo los estragos del tiempo del neoliberalismo. En la obra una bailaora (personaje escapado de lo fílmico) dialoga en escena con archivos audiovisuales que hacen las veces de danzas de la muerte neoliberal.
Luciérnaga I (piedra corazón del mundo)
El oscurecimiento en el que vivimos tal vez sea causa del exceso de luz que emite el capitalismo.
Frente a esa luz cegadora necesitamos
imágenes poético-ecológicas que nos guíen.
Faros que iluminen la oscuridad de los “consejeros pérfidos” de los que hablaba Dante en su Inferno.
Luciérnagas como pequeñas fuegos.
Nada puede el mundo mientras alguien cante
cuente
baile
en la oscuridad.
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Un proyecto abierto y en proceso que hibrida investigación escénica, músicas, danzas y ensayos fílmicos.