Night moves, Kelly Reichardt, EUA, 2013, 112'
Josh trabaja en una granja ecológica, una de esas en las que se cultiva respetando los ciclos de la naturaleza y que ofrecen comercio y agricultura de cercanía. Dena trabaja en un circuito de spa de estilo rústico, uno de esos con piscinas calientes y clientes nudistas que tratan de reconectar con sus cuerpos y espíritus. Harmon es un antiguo marine que vive en una caravana en mitad de un terreno en el bosque, uno de esos espacios-jardín desordenados y algo salvajes donde se guarda un montón de cosas bajo plásticos de color azul: madera, barcas, coches viejos...
La película presenta a estos tres activistas del medio ambiente y muestra después una de sus acciones: ya no les basta con asistir a charlas sobre el calentamiento global o con reciclar y hacer compost en casa, no. Los tres militantes pasan de la teoría a la práctica como forma de “corregir” el sistema. Las consecuencias serán desastrosas.
Esta es una película sobre el fundamentalismo, la paranoia y la enfermedad. Esta es una película sobre la soledad y la necesidad de encontrar una causa común que dé sentido a la vida. Esta es una película sobre el miedo y la violencia.
Estando como estamos en una retrospectiva a Kelly Reichardt, es necesario hacerse unas cuantas preguntas directas al llegar a la película de hoy: ¿Qué pasó con Night Moves? ¿Por qué es tan diferente a las demás películas de la directora? ¿Por qué es mucho más convencional, psicologista, tópica y superficial?
Hacer cine independiente es complicado, también una retrospectiva tiene que servir para hablar de ello. La quinta película de la directora parece querer dar un salto dentro del sistema de estudios americano: el casting presenta figuras emergentes y muy reconocibles por la industria (Jesse Eisenberg y Dakota Fanning); y la narración y la estructura parece estar mucho más cerca de un cine que, por ejemplo, usa la música de forma sentimental, y resume a los personajes a cierta psicología sin matices. Hacer cine independiente es complicado, sí, y uno puede pensar que este título fue un intento por parte de Kelly Reichardt y de su equipo por acercarse al territorio de lo comercial.
Pero hay algo que no termina de funcionar. Como si la película fuera a la vez demasiadas películas al mismo tiempo: un poco de retrato rural, un poco de thriller, un poco de conciencia política-ecológica, un poco de película de asesinatos, un poco de película de personaje con el mal en su interior.
¿Podemos decir por lo tanto que es una obra fallida dentro de una carrera autoral? Respondería que no, que precisamente este tipo de películas son también parte de la carrera de una cineasta con ganas de seguir explorando nuevos territorios.
No encontramos en Night Moves a la Reichardt despojada y minimalista, no.
Contaba el guionista Jon Raymond (siempre Jon Raymond en los textos) que lo que querían era hacer una película sobre un fundamentalista, pero sin necesidad de crear un personaje lejano, sino alguien a quien pudiéramos reconocer como propio: el amigo de un amigo, el primo de un colega, el hermano de un vecino. A partir de ahí, del personaje solitario y algo atormentado de Josh, la película va sumando elementos. Y parece que es esa suma de elementos la que no termina de funcionar: como si la película se olvidara de los pequeños detalles tan característicos de la directora y se conformara con transitar por la superficie. Como si la película necesitara poner en palabras todo lo que sus personajes viven por dentro. Como si no bastara ese paisaje interior para hacer avanzar la narración. Como si, en definitiva, se hubieran impuesto querer contar demasiadas cosas cuando hay un cine que no necesita contarlo todo.
Las películas son una tentativa, por lo que siempre es interesante ver cómo resuelve una directora todas las preguntas que se plantea en un rodaje. Y a pesar de lo escrito en este texto para la retrospectiva, a pesar del punto de vista crítico con este título, el estilo de Reichardt sigue estando ahí, quizá un poco más oculto.
Otra vez Oregón. Otra vez los paisajes exteriores. Otra vez la filmación en celuloide. Otra vez el desarraigo y el viaje. Otra vez la soledad. Otra vez los pequeños detalles de los personajes que aparecen una sola vez y de los que nunca más volveremos a saber: el hombre que no puede dejar de caminar y que busca un poco de charla mientras atardece sobre el Lake of the Woods; el niño que vive en la cooperativa en la que trabaja Josh y que se queda mirando su camioneta cuando este decide marcharse para siempre; la chica y el chico que trabajan en la tienda de deportes con la que se cierra la película. ¿Qué fue de sus vidas? ¿Por qué nunca nadie hará una película sobre ellos? Todos esos personajes forman parte del imaginario Reichardt y están ahí para que nos preguntemos sobre su destino.
Pienso ahora en Night Moves como la película en la que Kelly Reichardt prueba a desprenderse de dos de sus elementos identitarios estructurales: esta es una película en la que el viaje liberador desaparece. Las carreteras infinitas y los coches están ahí, sí, pero Josh es incapaz de encontrar la calma en esa posibilidad de irse lejos para siempre. Está paralizado y llora. Está tan destrozado por dentro que no sabe ser un fugitivo.
Y dos: el humanismo que habíamos visto hasta ahora en toda su obra, es sustituido por la posibilidad del mal. El no humanismo por primera vez en una de sus películas. Es curioso que sea precisamente un personaje supuestamente conectado con la tierra el que presenta el perfil más roto de todos los personajes de sus películas. Quizá por eso, los títulos de crédito de cierre se inician en riguroso color negro.
Esta es una película triste que habla de varios fracasos.
Nota final: la película está dedicada a David Doernberg (1967-2012), diseñador de producción de las películas de Reichardt y figura clave del circuito independiente de los ochenta y noventa: trabajó en los vídeos musicales de Sonic Youth, Yo La Tengo y Superchunk y se pasó después al cine para acompañar a figuras como Hal Hartley, Harmony Korine Todd Solondz y Kelly Reichardt.
Cuarta película de Kelly Reichardt.