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Klasikoak es la nueva denominación que abarcará tres formas de fomento y pasión por el cine de todos los tiempos.

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05/04/2024 - 29/06/2024
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Pasada?
Si
Descripción Larga

Nuevos continentes, más espacios para los clásicos

 

Cambian las formas, se amplían las posibilidades. Tras dos temporadas de la mano del Instituto Lumière, el ciclo que cada año la Filmoteca Vasca dedica a los clásicos se enriquece con más compañeros de viaje y con más citas a lo largo del año. Y conjuntamente con el Festival de San Sebastián.

Klasikoak es la nueva denominación que abarcará tres formas de fomento y pasión por el cine de todos los tiempos: el ciclo de una docena de títulos con la mayor diversidad de miradas sobre la historia del cine, que se verán de abril a junio en la programación de la Filmoteca Vasca; y las dos propuestas que se desarrollarán durante el Donostia Zinemaldia, una selección propia de restauraciones y recuperaciones relevantes de la temporada, y una amplia retrospectiva, que este año estará dedicada al cine policíaco italiano, con el título de Italia violenta. Tres continentes relacionados para abordar los clásicos a lo largo del año entre los dos organismos cinematográficos.

La primera cita comienza en abril y se desarrolla en cinco capitales vascas. A lo largo de tres meses se podrá ver una selección de doce títulos que ofrecen una panorámica de casi un siglo de cine a través de restauraciones realizadas recientemente en todo el mundo, filmes canónicos que siempre ganan nuevos públicos, rarezas que nunca debieron quedar olvidadas, hitos ocultos que merecen ocupar otro lugar en la historia del cine y filmes que no se habían vuelto a ver con este esplendor desde su lejano y a veces problemático estreno. Y con presentaciones en varias proyecciones a cargo de especialistas en el cine clásico o relacionados con las filmotecas e instituciones que hacen posible dar nueva vida, transmisión y reconocimiento a cada cinta.

El Instituto Lumière, que brindó en las dos ediciones previas su enorme bagaje en programación de clásicos, sigue formando parte de las fuentes para elaborar el nuevo ciclo, que ahora se amplían. Del instituto lionés llegará Adiós, Querida -Adieu, Chérie- (Raymond Bernard, 1946), que será precisamente la clausura del programa en junio, con una nueva restauración de esta película protagonizada por una ingeniosa Danielle Darrieux, que en plena posguerra protagoniza una chispeante comedia crítica con la hipocresía de la burguesía, a través de incisivos diálogos y una puesta en escena deslumbrante.

La programación se abrirá con un clásico entre los clásicos como es Garai modernoak / Tiempos modernos -Modern Times- (1936), de Charles Chaplin, que al igual que El apartamento -The Apartment- (1960), de Billy Wilder, representan la necesidad de volver una y otra vez a los hitos inagotables, ahora que hay oportunidad de presentar recientes restauraciones emprendidas por la Cinemateca de Bolonia y Park Cirkus, respectivamente. Y un pilar cinematográfico similar es Esa pareja feliz (1951), en la que dos nombres tan fundamentales del cine español como Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga debutaban al alimón con una seguridad pasmosa en una comedia deliciosa, ante todo lo que estaban a punto de inventar. Otro clásico incontestable, y cada vez más vivo, y de uno de los más grandes cineastas británicos, Michael Powell, es Begiluzea -Peeping Tom- (1960), con su sutil y magnético tratamiento del terror y su asombroso colorido siempre vivos.

En el otro extremo quedan películas que se perdieron injustamente en el tiempo por diversas circunstancias. Y que se hace urgente recuperar en una época en que hay que replantear logros y valores, como es el caso de la cineasta Martha Coolidge, que en 1976 ya denunciaba una violación que había sufrido a los 16 años en una fiesta, a través del impactante filme Not a Pretty Picture. Una verdad incómoda a la que hay que seguir haciendo frente. Este valiente y avanzado documental se constituye casi cincuenta años después en fundamental instrumento sobre las dinámicas de poder y abuso y la necesidad de verbalizar los traumas.

Los atrevimientos formales y los experimentos sin red que proliferaron en los años 60 en todas las cinematografías dieron lugar a rarezas no siempre comprendidas pero que merece la pena descubrir. Es el caso de El desconocido de Shandigor -L’inconnu de Shandigor- (1967), un filme con Serge Gainsbourg como “un malvado espía que controla a una banda de secuaces calvos”, en un “policíaco de rasgos autoparódicos y tono de tebeo filmado en un blanco y negro de tintes expresionistas por Jean-Louis Roy, uno de los pioneros de la nouvelle vague helvética”, según expresa Felipe Cabrerizo en su libro Elefantes rosas. Y con una Shangri-La con la que sueñan sus protagonistas, recreada curiosamente en el Parque Güell de Barcelona.

Algunos cineastas muy reconocidos por ciertas obras ven cómo otras de sus producciones quedan retenidas, olvidadas o simplemente invisibles. Es el caso de Claude Sautet, el director francés a quien el Festival dedicó una retrospectiva en 2022. Pero una de sus obras mayores, y la más noir, no se pudo ver entonces por problemas de derechos. Restaurada y relanzada por Cannes Classics el año pasado, Arrisku-klase guztiak -Classe tous risques- (1960), protagonizada por Lino Ventura, Sandra Milo y Jean-Paul Belmondo, revelará por fin toda su fuerza en poderoso blanco y negro. Y de Sam Peckinpah se celebran y se reivindican a menudo sus westerns, como esta temporada en Nosferatu, pero una excelente deriva (anti)bélica en su filmografía, como es Burdinazko gurutzea -Cross of Iron- (1977), protagonizada por un impactante James Coburn, que a menudo se ha visto en malas copias y con problemática distribución, necesitaba un relanzamiento en condiciones.

De norte a sur y de este a oeste, la programación tiene paradas en otros lugares nada comunes en los que conviene detenerse. La reivindicación de la cineasta japonesa Kinuyo Tanaka se va completando, ahora con su debut Carta de amor -Koibumi- (1953), un filme de especial sensibilidad a la hora de contar los sentimientos ajenos que un escribano pone sobre papel para encender la ilusión de otros. Desde la Cinémathèque Québécoise llegará Las órdenes -Les ordres- (1974), un filme en el que Michel Brault documentó la detención de 450 personas y su posterior liberación sin ningún cargo, tras el secuestro de un diplomático británico y un ministro de Quebec, y que ganó el premio a la mejor dirección en Cannes. Y que se puede complementar en la perspectiva política con Sur (1988), uno de los títulos fundamentales del cineasta Fernando E. Solanas, que recreó las ansias de libertad y esperanza al término de la dictadura militar en Argentina en 1983, y que mostrará una vez más cómo el cine de diferentes épocas puede dialogar muy vivamente con la actualidad, otra de sus virtudes permanentes.

 

Ricardo Aldarondo

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