El cine de Nicolás Pereda irrumpió en el panorama internacional como una de esas apariciones que suceden de vez en cuando y que van seguidas de expresiones de sorpresa, descubrimiento, elogio y esperanza en su particular y muy poderosa manera de acercarse al cine.
El cine de Nicolás Pereda (México, 1982) irrumpió en el panorama internacional como una de esas apariciones que suceden de vez en cuando y que van seguidas de expresiones de sorpresa, descubrimiento, elogio y esperanza en su particular y muy poderosa manera de acercarse al cine. La distinción clásica entre ficción y documental no sirve para definir su obra, pues Pereda propone un híbrido entre ambas que hace saltar por los aires cualquier categoría clásica y donde lo que importa es la experimentación y la libertad narrativa total.
Tampoco nos vale diferenciar entre actores y no actores, pues como comprobaremos en el ciclo, Pereda ha conformado a lo largo de su obra un particular grupo de trabajo donde ya no se distingue entre interpretación delante y detrás de la cámara. Su naturalismo es pura vida y toda una lección de cómo hacer cine con los recursos mínimos.
En 2010 el festival de Venecia confirmó lo que sus primeras obras prometían, premiando como mejor película en la sección Orizzonti su trabajo El verano de Goliat. A partir de ese momento su presencia en los mejores festivales del mundo ha sido una constante: Cannes, Venecia, Róterdam, FIDMarseille, Viena… Actualmente Nicolás Pereda vive y trabaja entre México, Canadá y EUA, alternando su labor como cineasta con la dirección del programa de cine en la escuela de arte de la Universidad de Nueva Jersey.