Partiendo del retrato, Azucena Vieites presenta una serie de imágenes en las que convergen la distancia crítica y la intimidad. Consciente del poder ideológico que subyace al modo de reproducción de las cámaras, la artista activa un dispositivo con el que desestabilizar el ojo formado para la identificación, el reconocimiento y la clasificación inmediata del objeto de su mirada. El efecto del distanciamiento se produce utilizando tecnologías de baja fidelidad y soportes como el espejo, con el cual hace un llamamiento a una participación en la que el observador queda incluido. Una forma de proceder que proyecta un poder de indeterminación sobre la imagen representada y permite comprender mejor la naturaleza construida de los atributos, características y posturas que estructuran el sujeto retratado.