Starman, John Carpenter, EUA, 1984, 115’, VOSE
Los 80, década en la que todavía era posible que una película pudiera alcanzar altas cotas de romanticismo e ingenuidad con honestidad y sin necesidad de recurrir a la ironía como moneda de cambio. John Carpenter, autor de culto y estandarte del cine de terror –películas como La Cosa (1982), Halloween (1979) o Christine (1984) se consideran obras seminales del género– da vida en Starman a un romance sin precedentes en su filmografía. Estamos ante la improbable historia de amor entre una joven viuda de Wisconsin –Karen Allen, todo abatimiento y compasión– y un extraterrestre afable –Jeff Bridges, impagable en su adorable torpeza– que habiendo adoptado la apariencia de su marido recién fallecido, requiere de ayuda para llegar a tiempo a la nave espacial que lo devolverá a donde pertenece. Las similitudes con E.T. (Steven Spielberg, 1982) no pasan desapercibidas, y es que los dos proyectos se llevaron a cabo casi simultáneamente, respondiendo a las necesidades de taquilla de Hollywood. Con alma de road movie, estructura de cinta de aventuras, ADN de ciencia ficción y corazón de comedia romántica, Starman es un crescendo emocional tan absurdo como vitalista, un conmovedor viaje a contrarreloj a través de una América inusualmente alentadora, llena de obstáculos pero capaz de mostrarle a un alienígena su lado más conciliador.
Con alma de road movie, estructura de cinta de aventuras, ADN de ciencia ficción y corazón de comedia romántica, Starman es un crescendo emocional tan absurdo como vitalista.