Häxan, Benjamin Christensen, Suecia-Dinamarca, 1922, 105’ Música del estreno original en Dinamarca (1922), compuesta por Gillian Anderson e interpretada por la Orquesta Checa de cine.
Estamos ante una de las películas más importantes de la historia del cine nórdico y ante la gran cumbre del cine mudo sobre la brujería y el satanismo, una auténtica obra de culto. El director danés Benjamin Christensen pasó más de dos años estudiando el manual Malleus Maleficarum (1486), el tratado inquisitorial más importante publicado nunca sobre la caza de brujas. A partir de sus instrucciones, ilustraciones y casos, la película propone un estudio de la superstición y el satanismo, sin eludir en ningún caso su estrecha relación con las enfermedades mentales, el fundamentalismo y la histeria.
Dividida en cuatro partes, la película comienza haciendo un repaso a las apariciones de brujas y demonios en la cultura primitiva y medieval. El director se planteó en todo momento que su película fuera un tratado documental y a lo largo del metraje va combinado disertaciones académicas con recreaciones teatrales. La segunda y tercera parte precisamente ilustran viñetas y casos de brujeria y apariciones demoníacas, con Satanás interpretado por el propio Christensen. El último capítulo introduce la tesis de la enfermedad mental como manera de explicar muchos de los casos de la antigüedad y trata de exponer de manera racional y psicologista comportamientos como el sonambulismo o la cleptomanía. Eso sí, sin eludir tampoco la crítica a las soluciones modernas que sustituyeron las hogueras por las duchas frías como forma de tratar a las mujeres consideradas histéricas.
El resultado es una película que va mucho más allá de la mera adaptación y que marcó un antes y un después en la evolución del lenguaje cinematográfico de la época del cine mudo. La leyenda cuenta que la película se rodó íntegramente de noche para mantener el tono oscuro y de misterio del relato y que la postproducción de imagen llevó más de un año, convirtiendo el título en el más caro de la historia del cine mudo escandinavo. Y su estreno, a pesar del éxito en Dinamarca y Suecia, estuvo acompañado de una gran polémica y censura, sobre todo en Estados Unidos, por considerarse un documento demasiado gráfico sobre la perversión sexual, la tortura, el horror y la desnudez. Pero más allá de polémicas moralistas, el título es sin ninguna duda una de las grandes películas de la historia, que influyó para siempre en el imaginario popular y la percepción de la brujería y el satanismo.
Estamos ante una de las películas más importantes de la historia del cine nórdico y ante la gran cumbre del cine mudo sobre la brujería y el satanismo, una auténtica obra de culto.