¿Es capaz la luz de revivir una talla del siglo XVI? ¿Puede el cine hacer caminar a los muertos? Doble pregunta que nos sirve para introducir esta sesión doble.
José Val del Omar ha sido durante años el gran secreto del cine español. Sus películas y experimentos fílmicos y sonoros permanecían en ese lugar de sombra en el que a veces se ocultan los tesoros. Hasta que hace unos años, el Museo Reina Sofía le dedicó una exposición y resituó su figura en el panorama internacional. Desde entonces, sus películas viajan por el mundo provocando fascinación y una pregunta: ¿cómo hasta ahora no conocíamos estas maravillas?
Fuego en Castilla es el segundo capítulo de su Tríptico elemental de España. Y es una película profunda y libre que no teme en ningún momento mezclar experimentación pura y tradición castellana, futurismo e imaginería de Semana Santa. En palabras del propio Val del Omar, se trataría de un “ensayo sonámbulo de TactilVisión (sistema de iluminación por impulsos) sobre las esculturas religiosas del francés Juan de Juni y del español Alonso de Berruguete, en un cine que cruza de Occidente a Oriente, desde la fuga hacia el éxtasis”. La fuerza de sus imágenes y de su banda sonora electroacústica le valieron una mención especial en el Festival de Cannes de 1961.
Y como programar películas también tiene mucho de magia, confianza en las colisión de imágenes e invocación de las correspondencias entre títulos y temas, nos preguntamos qué sucedería si mezclaramos las esculturas vivientes de Val del Omar con el gran clásico zombi de la historia del cine. Y esto es lo que sucede.
La enfermera Betsy Connell es contratada por el terrateniente de una plantación azucarera de la isla antillana de San Sebastián para cuidar de su esposa Jessica, que yace en cama abatida por una extraña fiebre. Los habitantes del lugar dicen que Jessica es una zombi y es cuando comienza la investigación para conocer el origen de su malestar: ¿Magia negra, vudú, una historia familiar compleja, la maldición de los descendientes de los esclavos africanos?
Estamos ante uno de los títulos míticos del cine de terror de Serie B y ante una de esas películas en las que su director, Jacques Tourneur, se entregó totalmente al poder poético y sugestivo de los sonidos y las imágenes.
¿Es capaz la luz de revivir una talla del siglo XVI? ¿Puede el cine hacer caminar a los muertos? Doble pregunta que nos sirve para introducir esta sesión doble.