Little Fugitive, Ray Ashley, Morris Engel, Ruth Orkin, 1953, DCP, VOSE (VO:ENG)
Esta es la película que François Truffaut ha recordado siempre como el origen de La Nueva Ola, la obra con la que los jóvenes directores aprendieron a filmar la realidad y entendieron que el cine independiente era posible. También el nuevo cine americano debe mucho a este título, y uno de sus nombres clave, John Cassavetes, citaba siempre esta película como la que les enseñó a imaginar un cine directo y unas nuevas formas de producción alejadas del cine clásico y aparatoso de los grandes estudios. Estamos, por lo tanto, ante una pequeña gran joya, referente absoluto de la historia del cine, y que nos sirve para cerrar los diálogos de la sala de cine con la obra de la fotógrafa Berenice Abbott.
Si la revolución fotográfica de Abbott y su generación llegó en el momento en que la fotografía norteamericana salió a las calles del país para retratar de forma documental la realidad posterior a la Gran Crisis, en el cine y su evolución sucedió algo parecido. Por un lado, una nueva sensibilidad mucho más cercana a lo real; por otro, los nuevos modelos portátiles de cámaras de 16mm y 35mm desarrollados durante la II Guerra Mundial que llegaron a las manos de los jóvenes cineastas: por fin era posible trabajar con equipos ligeros y lanzarse a contar lo que sucedía en las calles del país. Ya el neorrealismo italiano había iniciado este camino y sus formas, ética y estética, empezaban a crear escuela. Y para ejemplo, esta película: el escritor y cineasta Ray Ashley formó un equipo junto a su mujer, la fotógrafa Ruth Orkin, y el también fotógrafo, Morris Engel; y sin ningún apoyo de productoras ni de distribuidoras, plantearon un rodaje en escenarios reales y sin actores profesionales. Así empiezan algunas revoluciones.
La película cuenta un día en la vida de Joey, un niño de siete años de Brooklyn que huye a Coney Island y vive un día lleno de aventuras. Cámara en mano, autenticidad, estilo austero, una historia sencilla, rodaje directo y a veces improvisado, y un protagonista icónico. Por fin el cine, el nuevo cine, se atrevía a salir a las calles para registrar una pequeña ficción en medio de una escenario real.
Little Fugitive fue nominada al mejor guión por la academia de los Oscar y fue galardonada con el León de Plata del Festival de Venecia.
Una pequeña gran joya, referente absoluto de la historia del cine, y que nos sirve para cerrar los diálogos de la sala de cine con la obra de la fotógrafa Berenice Abbott.