L’Or des mers, Jean Epstein, 1932, 73’, DCP VOSE
Cineasta esencial del impresionismo, Epstein fue un inventor de formas. En los años en los que el cine se había establecido en los estudios teatrales de interior, Epstein fue uno de los pocos que decidió huir a los escenarios naturales de Bretaña para desarrollar sus proyectos, como si el cine y la aventura fueran aún de la mano: naturaleza, sonido directo, actores no profesionales… Y la experimentación propia de un artista que trata de tomar una nueva posesión del mundo con los ojos. Así, lo real y sus vaivenes entra a formar parte de la película, esto es una documental, sí, pero también un gesto artístico, en definición del propio director. Es cuando la velocidad, la luz, los sonidos del mar, el viento, las tormentas y los cuerpos pasan a formar parte del todo.
En una tierra desolada habitada por marineros y gente ruda que vive en condiciones durísimas, no hay personajes buenos y malos, sólo seres humanos que se enfrentan a su destino. En este entorno, Soizic y su padre, un marinero viejo y alcohólico, descubren un tesoro en un barco arrastrado por el mar.
En una tierra desolada habitada por marineros y gente ruda que vive en condiciones durísimas, no hay personajes buenos y malos, sólo seres humanos que se enfrentan a su destino.