Rajkamal Kahlon, artista americana residente en Berlín, recupera la posición estética y políticamente combatiente de la ilustración y la pintura. Mediante el uso de estrategias de interrupción y collage, pone continuamente de manifiesto el espectro del colonialismo y la estética en la etnografía. Recurriendo a la historia, los archivos y la literatura, las investigaciones de Kahlon someten a los recursos archivísticos a un proceso de transformación creativa que desemboca en obras de arte sensuales, humorísticas y rigurosas formalmente, dedicadas a reclamar humanidad para las personas determinadas por la raza, el género y su procedencia indígena, que son blanco de la destrucción. Usando sus propias manos para redibujar y repintar los cuerpos de sujetos «nativos», Kahlon concede a esos cuerpos, historias y culturas que han sido deformadas, eliminadas o difamadas la posibilidad de rehabilitarse.
War Bill, 2010
Gouache y acrílico sobre papel de acuarela.
180 x 130 cm
Wrestlers, 2010
Acrílico y gouache sobre papel de acuarela.
130 x 180 cm
Fear of a Black Planet, 2010
Acrílico y gouache sobre papel de acuarela.
180 x 130 cm
My Temple of Justice, 2010
Acrílico y gouache sobre papel de acuarela.
180 x 130
Cortesía de la artista
El filósofo Achille Mbembe, inspirado en la lectura de la novela My Life in the Bush of Ghosts de Amos Tutuola, sostiene que nos adentramos en «mundos de muerte, formas de existencia social que someten a vastas poblaciones a unas condiciones de vida que les confieren la condición de muertos vivientes». Los temas que aborda la artista Rajkamal Kahlon habitan estos mundos de muerte, situados en el vínculo existente entre la violencia material y la violencia epistémica. Su obra aborda a menudo la dificultad de representar a las personas subalternas: personas que no han logrado integrarse en el proletariado tras la experiencia de expropiación colonial, quedando en su lugar como residuos de un mundo inacabado. En un texto tan apropiado que podría haber sido escrito teniendo la obra de Kahlon en mente, el académico postcolonial David Lloyd sostiene en su ensayo «Golpe de representaciones» que las personas subalternas «se ven acechadas por el espectro de la violencia»: no se trata de la violencia cometida por las personas subalternas o en contra de estas, sino de una violencia inherente a autorepresentación occidental entendida como universal en la cual puede quedar subsumido cada particular.