River of Grass, Kelly Reichardt, EUA, 1994, 75'
Inicio de la retrospectiva de Kelly Reichardt. En la pantalla, todos los elementos para una película road-movie con espíritu existencialistas: Cozy es una joven nacida en Miami que tiene una vida que no le satisface. Abandonada por su madre cuando tenía 10 años, hija de un inspector de policía llamado Ryder, casada con Boby, madre de dos niños, y en constante inquietud vital sobre su lugar en el mundo. Y su mundo no es otro que una casa a las afueras de Florida, entre autopistas infinitas, moteles por horas con piscina, y dudas sobre su destino: “¿Dónde llevarán todos estos caminos?”, se pregunta Cozy al observar las carreteras que rodean su vida.
En la pantalla, todos los elementos para una película de fugitivos con espíritu indie-americano y toques de humor absurdo: Ryder es un policía cuya principal característica es su gran facilidad para perder continuamente su pistola reglamentaria. Y esa pistola llega a las manos equivocadas. Es cuando conocemos a Lee, otro joven a punto de cumplir la treintena de deambula en su Cadillac de color azul de un lugar a otro de la costa.
Ya tenemos todos los elementos para una película de juventud y fuga: el coche, la pistola, los amantes y un policía tras la pista de un crimen.
Primer largometraje de la directora Kelly Reichardt y primera sorpresa de su filmografía, pues la libertad con la que maneja todos los elementos de la trama es sorprendente. Es a la vez una película que se parece a muchas otras películas y al mismo tiempo una película única. Si recordamos la tradición del cine norteamericano, podríamos citar dos grandes clásicos: Bonnie & Clyde (Arthur Penn, 1967) y Badlands (Terrence Malick, 1973). El imaginario al que remite es ese, pero filtrado por el particular ritmo y tono de la joven Reichardt. Es como si estuviéramos ante una versión indie post-rock de un tema clásico de jazz-soul. En ese sentido, la referencia más directa e íntima quizá podría ser Wanda de Barbara Loden (1970), una película de atracos y fugas que se transforma en un retrato de una mujer desencantada con el mundo. Aquí también, los personajes y situaciones se transforman a medida que la trama avanza hasta desvelarse finalmente como una biografía de su personaje principal, Cozy.
Reichardt, como sus personajes, deambula de una referencia a otra hasta completar una propuesta única: muy libre, humanista, vital, con toques de drama y de comedia, y que suena a vinilo underground de los años noventa, una de esas películas de carretera que cantan viajes sin fin y amores perdidos.
Primer largometraje de la directora Kelly Reichardt y una propuesta única: muy libre, humanista, vital, con toques de drama y de comedia, y que suena a vinilo underground de los años noventa, una de esas películas de carretera que cantan viajes sin fin y amores perdidos.