Esta instalación guarda una genealogía peculiar, un código derivado de un ejercicio de traducción que combina geometría y creación sonora.
Esta instalación guarda una genealogía peculiar, un código derivado de un ejercicio de traducción que combina geometría y creación sonora. El escultor Juan José Aranguren y el artista sonoro Andrés Doñate se conocieron en la década de los 80, mientras participaban en el pionero proyecto de pedagogía experimental Ikertze. Aunque a priori, el interés de Aranguren sobre las proporciones espaciales no tuviera una relación directa con las investigaciones sonoras de Doñate, basadas en la creación de instrumentos musicales experimentales o la música computacional, la pasión por la investigación artística cruzó sus caminos. Cuando Aranguren, tras décadas de trabajo, concluyó su “Canon bidimensional áureo 1”, una combinación de diferentes cánones geométricos y se lo presentó a Doñate, éste encontró ante sí un reto de una complejidad asombrosa: traducir el espacio en tiempo. Esta instalación muestra tanto el canon geométrico que sirvió inesperadamente como partitura experimental, como la obra sonora multicanal resultante.