Trudno Byt' Bogom (Qué difícil es ser un Dios), Aleksei German, Rusia, 2013, 170' VOSE DCP
Pura épica: el director ruso Aleksei German dedicó trece años de trabajo para adaptar la novela de ciencia-ficción de los hermanos Strugatski (autores de Stalker) y murió meses antes de finalizar su Gran Obra. El resultado: como si mezcláramos a Herzog con Bruegel, a Tarkoskvski con Bosch... La edad media y el futuro mezclándose en riguroso blanco y negro.
Dirección: Aleksei German, Guión: Svetlana Karmalita, Aleksei German, Fotografía: Vladimir Llin, Yuri Klimenko, Sonido: N. Astakhov Montaje: Irina Gorokhovskaya, Maria Amosova, Intérpretes: Leonid Yarmonik, Aleksandr Chutko, Yuriy Tsurilo, Natalia Moteva, Distribución: Capricci Cine
QUÉ DIFÍCIL ES SER UN DIOS
Empecemos por el argumento: Arkanar es un planeta anclado en la Edad Media y dominado por un régimen tiránico. Un grupo de científicos en enviado a este lugar remoto con la obligación de no interferir en el curso político e histórico de los acontecimientos. Pero Don Rumata, uno de los científicos, y a quien el pueblo atribuye poderes divinos, decide intervenir en la historia del planeta y desencadena una guerra para salvar a algunos hombres de su terrible destino.
Hasta ahí, la historia. Pero esto es una película de Aleksei German (Leningrado, 1938), por lo que el argumento salta por los aires y lo que importa es otra cosa: la impresión visual, sonora e incluso física de estar sumergidos durante más de dos horas en un universo de barro, de barbarie y de horror, en la que quizá sea la adaptación más fiel del período oscuro de la Edad Media. Esto es puro goce visual y sonoro, toda una experiencia que merece ser disfrutada en pantalla grande. Escatológico, sucio, bárbaro... Pero a la vez, una obra de gran belleza, filmada en largos planos secuencia, en riguroso blanco y negro y en 35mm, como si de una pintura clásica y preciosista al óleo se tratara. En Qué difícil es ser un dios el pasado y el presente existen simultáneamente: esto es ciencia ficción del medievo, oscurantismo y luz, imposibilidad del progreso y del renacimiento, en un lectura alegórica que podría servirnos para cualquier tiempo. Somos barro y al barro volvemos.
“Qué difícil es ser un dios es una experiencia definitiva: la más profunda, implacable aproximación a la desintegración de la condición humana. La portentosa culminación de una carrera única y temeraria”.
Caimán, Cuadernos de Cine.
“Un film alucinante, visual e ideológicamente, que se convertirá, sin lugar a dudas, en película de culto”.
Fotogramas
“Qué difícil es ser un dios es la firma de uno de los grandes estilistas y visionarios del cine”.
Film Comment
Adaptación de la novela de ciencia-ficción de los hermanos Strugatski de la mano del director Aleksei German.