Wildlife, Paul Dano, EUA, 2018, 104'
Años 60, Estado de Montana, una familia a punto de romperse: Jerry ha perdido su trabajo, su mujer Jeanette quiere recuperar su independencia, y el hijo adolescente de ambos, Joe, asiste al derrumbamiento de toda la seguridad que había conocido hasta entonces. Esto es el estreno de Paul Dano en la dirección adaptando una de las grandes novelas norteamericanas del siglo pasado: Wildlife (1990) de Richard Ford.
Presentada en Sundance y en el Festival de Cannes, y con tres nominaciones a los Independent Spirit Awards a sus espaldas, Wildlife es una de esas películas que tienen mucho de clásico: tres interpretaciones en estado de gracia (Jake Gyllenhaal, Carey Mulligan y Ed Oxenbould), un drama directo, y una escritura llena de matices. Estamos frente a una de esas películas que recuperan la pregunta clásica de aquel libro de relatos de Raymond Carver, ¿De qué hablamos cuando hablamos del amor? La película surge por lo tanto de todo ese imaginario de la “pequeña” tragedia familiar doméstica norteamericana: recordemos La tormenta de hielo (Ice Storm, 1997) de Ang Lee. Recordemos los dramas clásicos sobre los que se asienta Hollywood: Sirk, Cukor, Laughton, Mankiewicz y Houston. Recordemos, incluso, a uno de esos autores tan queridos en nuestra ciudad y que viene reescribiendo el concepto de cine de familia, atendiendo sobre todo a los detalles y humanismo de sus personajes: Hirokazu Koreeda. Paul Dano cita al director japonés como una de sus referencias.
Película intensa, cotidiana, vital, luminosa y triste al mismo tiempo, y que apunta a ese momento en el que el amor y el “Gran sueño” llegan a su fin.
Presentada en Sundance y en el Festival de Cannes, y con tres nominaciones a los Independent Spirit Awards a sus espaldas, Wildlife es una de esas películas que tienen mucho de clásico.