Me interesa mucho mi enfoque de esta noción de comunidad, pero también de cómo puede llevarnos a caminos equivocadas. No creo en la afirmación «todo el mundo es igual», que con demasiada frecuencia se confunde con «todo el mundo se parece», lo que en mi opinión merma la originalidad y singularidad de las personas. Prefiero mirar al grupo desde la perspectiva de que «cada uno tiene su sitio», celebrando así al individuo en todas sus diferencias. Mi intención es desarrollar un plan en el que la brillantez y la independencia de cada individuo incrementen la fuerza del grupo. De ahí la importancia de la individualidad para crear un colectivo poderoso, no individuos solitarios o un rebaño de ovejas. Un grupo de gente fuerte, donde cada uno ocupa un lugar diferente, porque es único.
En la danza podemos ver esta dimensión de forma muy concreta, al trabajar los movimientos de grupo con un lenguaje corporal similar, explotando al mismo tiempo el impulso gestual individual de cada intérprete, con su propia personalidad y su propia forma de moverse. Me gustaría profundizar en este tema desde esta perspectiva con una obra coreográfica, que sería aún más interesante de explorar con un gran número de bailarines en escena.