Se escucha una misma queja repetida sobre la escuela un poco por todas partes: "las cosas ya no son lo que eran". Los/las maestros/as no son como los de antes, los alumnos ya no vienen como antes, no saben, no quieren aprender, están permanentemente distraídos... ¿Y si sabemos en exceso sobre la escuela? Saber demasiado significa que sabemos cómo "debería ser". Ese "saber" nos impide pensar: escuchar lo que la escuela es, a día de hoy, con sus potencias y sus problemas. Pero,¿cómo leer la escuela si no la presuponemos desde modelos o ideales? Hay que desoír para escuchar, meterse en las cosas sobre las que se habla, meter vida en las mismas palabras que se dicen... ¿Qué atención nos exige hoy entender la escuela, como un cuerpo en movimiento, que muta? ¿Cómo leer los cuerpos, los silencios, los problemas, los desvíos, las violencias? ¿Qué hace a un maestro maestro? ¿Qué hace
a un alumno un alumno?
Las escuelas navegan entre el “lenguaje estatal” y modos de hacer que aún no encuentran cómo decirse.