El punto de partida de Katemailak (Eslabones) es indagar en una imagen asociada al imaginario de forma redundante y reiterativa: la cadena. Los recursos del eje horizontal, del vertical y de lo circular señalan un campo en el que la formación del sentido se vuelve inestable, mientras que los materiales y procesos utilizados para la construcción de las esculturas acentúan los procesos de recombinación que se producen entre los niveles lingüísticos, históricos, simbólicos y biológicos. El golpe de un martillo y el chasquido de la lengua contribuyen a la formación de una misma secuencia o enunciado.
Esta técnica, basada en mostrar —simultáneamente— aspectos críticos en la formación de un objeto, evidencia la ambigüedad del signo. Y, por momentos, la insistencia en separar objetividad, ciencia y racionalidad de la materialidad de los cuerpos, de lo sensorial y de aquello que pueda provocar cualquier tipo de emoción se quiebra. Entonces, las metáforas pueden extenderse en todas direcciones. Es porque no pertenecen al campo exclusivo de lo poético.