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19:00, Presentación a cargo de Santos Zunzunegui.

20:00, Genroku Chûshingura I-II (La venganza de los 47 ronins), Kenji Mizoguchi, Japón, 1941, 241'

 

[Antes del comienzo de las dos partes en que se divide el filme podemos leer estos intertítulos:
“Protegemos los hogares de los combatientes de la Gran Asia”.
“Selección de la Oficina de Información del Gobierno”.]

Parte 1ª

“Han pasado 80 años tras la instalación de los Shogun (gobernante de facto en el que el emperador delegaba todo su poder) Tokugawa en Edo. El gobierno ha puesto coto al poder de los señores feudales. La paz civil reina, los samurai están sin empleo. El Shogun Tokugawa Tsunayosi ocupa el poder. Es el 14 de Marzo de 1701, año catorce de la era Genroku”.

En el palacio del Shogun se prepara la recepción de dos delegados del emperador. La supervisión del complejo ceremonial se encarga al daimyo (señor feudal) Asano Takumino Kami (Yoshizaburô Ayashi) . El cual, desconfiando de sus capacidades, decide aconsejarse con un cortesano experto, Kozukenosuke Kira (Mimasu Mampo), que solía aceptar estos encargos para incrementar su peculio. Pero ante la negativa de Asano de remunerar los servicios de Kira, este le aconsejó deliberadamente mal, insultándole numerosas veces a lo largo de los complejos preparativos. Dominado por la ira, Asano desenvainó su katana (algo estrictamente prohibido por el protocolo reinante en el interior del palacio del Shogun) y atacó a Kira sin conseguir otra cosa que herirle levemente.

El castigo impuesto a Asano fue el seppuku (suicidio ritual por desentrañamiento) sin que se efectuase el más mínimo reproche sobre el comportamiento de Kira. Además, su clan fue abolido, sus bienes expropiados y sus vasallos, muchos de ellos samurai, reducidos a la condición de ronin (samurai sin amo).

El clan recibe la noticia con estupor e indignación. Reunidos en torno al chambelán Koranosuke Oishi (Chôjuro Kawarazaki), sus miembros del estudian las distintas opciones que se abren ante ellos. Convencidos por Oishi, los vasallos aceptan abandonar el castillo de Ako sin oponer resistencia. Para obtener este acuerdo Oishi había solicitado del Shogunato la restauración de la casa Asano en la persona del hermano del infortunado daimyo. Esta petición fue muy bien acogida por el pueblo e incluso el emperador hizo saber, de manera informal, sus simpatías hacia el clan. Cuando el shogunato rechazó de plano su petición, Oishi vio abierto el camino hacia la posibilidad de llevar a cabo la que era su verdadera intención: vengar a su amo, ajusticiando al felón Kira.

Tras reunir a sus fieles, Oishi les exigió que firmaran con su sangre la plena disponibilidad a sus deseos y que mientras él no se lo indicase llevaran una vida discreta para hacer que Kira relajara sus defensas. El propio Oishi se embarcará en una vida licenciosa, arrastrándose borracho (“bebiendo un sake amargo”) por lupanares y casas de té y siendo objeto de la repulsa de todos aquellos que pensaban que había sido incapaz de honrar los deberes que le vinculaban con su señor muerto. Cuando termina la primera parte, Oishi afronta uno de los momentos más difíciles de su vida: su mujer le exige el divorcio y abandona la casa familiar llevándose a sus dos hijos pequeños. Solo permanece junto al chambelán, su hijo mayor de apenas 16 años, joven samurai que ha sido puesto en antecedentes del plan por su padre y ha aceptado formar parte del grupo de 47 fieles que esperan pacientemente su oportunidad.

 

Parte 2ª

La segunda parte se inicia en la residencia en Edo del señor Tsunatoyo (Ichikawa Itaemon), consejero del Shogun, en la primavera del año siguiente. Introducido por su hermana que trabaja al servicio de Tsuyanoto, Sukeyemon (Nakamura Kanemon) antiguo vasallo del clan Asano accede al palacio con la intención de acabar con Kira que forma parte de los invitados a la sesión de teatro Nô que tendrá lugar esa noche. Descubierto, es conducido a presencia del señor que, tras mostrar sus simpatías por Oishi, recomienda al ronin que no caiga en la tentación de proceder de manera individual sino que cualquier acto de venganza debe hacerse de acuerdo con la norma ética del samurai. Descontento con las palabras de Tsunatoyo, Sukeyemon le atacará cuando este, revestido con las ropas del ceremonial Nô se dirija al escenario. Reducido por el noble, Sukeyemon reconocerá su error cuando se le recuerde que “la venganza de los hombres virtuosos debe estar impregnada del sentido del deber y la lealtad”.

Poco después, Oishi recibe la definitiva confirmación de que la restauración del clan Asano es impensable. La decisión está tomada: partirá para Edo y reunirá a sus fieles para asaltar la vivienda de Kira antes de que este se ponga fuera de su alcance refugiándose en el castillo de su hijo.

14 de Diciembre de 1702 (aniversario del seppuku de Asano). Residencia de los Miyoyi padres de Lady Asano en Edo, barrio de Asakusa. Oishi pide audiencia para ver a la viuda de su antiguo señor. Solicita permiso para visitar la tumba del Señor Asano y rendirle homenaje. Lady Asano (Miura Mitsuko) deniega su petición y le reprocha que la venganza que espera siga sin cumplirse. Oishi parte sin revelar su secreto.

Esa noche, Lady Asano no puede conciliar el sueño. Su dama de compañía, Toda (Yôko Umemura), le indica que Oishi al partir le ha confiado un pequeño paquete. Descubren que contiene, exquisitamente contabilizados, todos los gastos que el chambelán y los ronin han realizado desde el seppuku de su señor. Las dos mujeres comprenden, entonces, el sentido de la visita de Oishi.

En ese momento se anuncia la llegada de hombre vestido con extrañas ropas. Es portador de un rollo de pergamino cuya lectura revela que la venganza se ha cumplido al fin: Esa misma noche el chambelán al frente de sus 47 fieles ha asaltado la mansión de Kira, lo ha ajusticiado y, después ha depositado su cabeza ante la tumba de su señor. Después de lo cual, rechazando la impetuosa propuesta de Sukeyemon para que los ronin lleven a cabo de inmediato un seppuku colectivo y tras agradecerles sus servicios y su fidelidad, Oishi les recordará que “es fácil abrirse el vientre aquí, con el corazón ligero. Pero entonces a los ojos del Shogun seremos criminales. Debemos respetar al Shogun y las leyes de este país. Debemos aguardar el juicio de las autoridades para mostrar la constancia de la ética del samurai”.

Los 47 ronin son confiados a la custodia de cuatro daimyos. Durante su detención ocupan su tiempo con danzas rituales, escuchando el canto de los pájaros o tocando la flauta. Un día, Den’emom (Nakamura Tsuruzo), chambelán del señor Hokosawa pide a Oishi que reciba a un joven que aspirando a ser samurai quería impregnarse de sus valores. Enseguida, Oishi, observando que las manos del joven llevaban las huellas de la práctica del shamisen (instrumento tradicional de cuerda similar al laúd habitualmente tocado por mujeres), descubre que está ante una mujer travestida. Una joven, Omino (Mieko Takamine) que había sido requerida de amores por uno de sus hombres, Juroza (Kunitarô Kawarazaki), cuando este espiaba la mansión de Kira. Desparecido de improviso el muchacho, el desconsuelo abate a la joven y a su familia, tanto más cuanto descubren que el nombre del joven figura en la lista de los 47 asaltantes de la casa de Kira. Ahora solo desea conocer si las palabras de Jurozo hacia ella fueron verdaderas. Aunque en un primer momento Oishi no quiere acceder al encuentro de los amantes para no poner en crisis la determinación de morir del joven ronin, acaba accediendo a ello a fin de que la muchacha pueda conocer “la verdad de un engaño”. Juroza se despide de Omino con la frase: “Dile a tu padre que soy su yerno”.

Cincuenta días después, los enviados del Shogun notifican la sentencia a los detenidos. Su acción es calificada de “acto perfectamente ilegal y una afrenta para el Shogun”. La condena es la muerte pero se autoriza a los 47 para que practiquen el seppuku, evitando así la humillación de los samurai. Oishi agradece este gesto de benevolencia. De manera extraoficial el oficial que les comunica la decisión de la justicia les hace saber la abolición del clan Kira.

En un último gesto, el señor Etsumori Hosokawa (Seizaburô Kawazu) visita a los detenidos y les hace conocer sus esfuerzos por intentar evitar este final a “guerreros leales hasta la muerte”. Oishi agradece este gesto en nombre de los 47.

Oishi y sus hombres se dirigen vestidos con los kimonos blancos de ceremonia al lugar donde tendrá lugar el ritual del seppuku. Por el camino se encuentran con una moribunda Omino que también se ha practicado el seppuku para seguir los pasos de su amado Juroza y mostrar su “lealtad intacta”.

Se oye la llamada que reclama la presencia en el espacio ceremonial de la muerte, uno a uno, de los 47 ronin. El último en ser llamado es Oishi que, tras afirmar que “hemos realizado el voto de nuestra vida” y despedirse cortésmente del chambelán Den’emom, afronta con una sonrisa en los labios su destino.

Santos Zunzunegui
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20:00, Genroku Chûshingura I-II Kenji Mizoguchi, Japón, 1941, 241'

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