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¿Quién determina y cómo se decide la existencia de las cosas, lo que significan e importan? ¿Cómo se establece el sentido de la relación que mantenemos con ellas y entre nosotros? Es sabido que toda clase de capitales y poderes buscan capturar nuestra atención y orientar nuestra percepción para favorecer un sistema de relaciones basado en el interés, la desconfianza, el consumo y la explotación de todo... y en eso andamos más o menos atrapados.
Sin embargo la creación artística -el laboratorio de los gestos, formas y sentidos, donde todos y todo se encuentra en juego- es una oportunidad para subvertir ese plan. Por la inherente ambigüedad del arte, su inquietante improductividad y gratuidad, así como por el hecho de que quien lo experimenta puede ser tan artista como quien lo crea, el arte nos permite dar una respuesta democrática a las preguntas iniciales, siempre y cuando evitemos mitigar la ansiedad que nos produce su encuentro con significados o explicaciones prescritas por toda clase de expertos. Porque al encuentro de la creación artística no hace falta ir cargado de sabiduría sino de sensibilidad y disponibilidad para exponerse a algo desconocido y extraño; no cargados de prejuicios y suspicacias críticas sino de generosidad y complicidad. Es decir, dispuestos a experimentar con todos los ojos de la memoria, del deseo y de la imaginación, pues no es tan importante lo que decimos de la creación artística, como lo que ella nos dice sobre nosotros mismos y sobre el mundo.
En este sentido, y si la percepción y experiencia del arte es también un tipo de creación, ¿se le puede dar forma a la atención como si fuera una obra, de modo que pueda ser a su vez compartida? No es sencillo y exige cierto esfuerzo, pero nada resulta más urgente hoy que el trabajo de dar forma colectiva a una experiencia del arte que nos permita -mediante la escucha generosa, la conversación de proximidad y el despliegue de una atención profunda que no redunde en el aislamiento y la reclusión individualista- imaginar otra posibilidad de las cosas, del mundo y de lo que somos, así como las fuerzas que nos orientan hacia la acción.
¿Quién determina y cómo se decide la existencia de las cosas, lo que significan e importan? ¿Cómo se establece el sentido de la relación que mantenemos con ellas y entre nosotros?