El personaje de Pascale se llama Baptiste. El personaje interpretado por su madre Bulle Ogier se llama Marie. La película se desarrolla dividida en cuatro días, mientras las dos protagonistas deambulan de un lado a otro de París. Y como indican los títulos de apertura, todo sucede en “Octubre o noviembre de 1980, hace mucho tiempo”.
Cuenta Rivette que la película la escribieron entre las tres. Y que de ese proceso algo azaroso fueron surgiendo los itinerarios y tramas de la película. Cuenta Rivette que el personaje de Marie podría ser la continuación de un papel que la misma actriz realizó poco tiempo antes: la terrorista interpretada por Bulle Ogier en Die dritte Generation (La tercera generación, 1979), dirigida por R. W. Fassbinder.
Marie acaba de salir de la cárcel y trata de recuperar el contacto con un viejo cómplice y amante. Marie recuerda que robó un banco, que las cosas salieron mal y que aún tiene cuentas pendientes con ese pasado en el que hay secuestros, pistolas, asesinatos políticos y otros crímenes. Baptiste, en cambio, es una joven sin pasado que se mueve en motocicleta por la ciudad y que encuentra en el personaje de Marie la posibilidad de tener por fin compañía.
Y la película son ellas dos en ese encuentro y paseo de cuatro días por la ciudad, como si todo fuera una extraña película de espías, como si su destino estuviera guiado al mismo tiempo por el azar y por la necesidad de estar juntas. No podían no encontrarse, parece decirnos la historia.
La ciudad se presenta en formato doble: por un lado, el París histórico de las esculturas, acompañadas por la música siempre elegante de Astor Piazzolla. Por otro, “el nuevo París” de los años ochenta, con descampados, obras, grúas, solares en construcción y máquinas destruyendo y construyendo un nuevo paisaje. Marie y Baptiste se mueven del centro hacia esa periferia. Duermen en bancos, duermen en coches, duermen en cines, visitan hoteles vigilados por la policía, revisan planos y hacen llamadas sin que sepamos nunca del todo de quién huyen o hacia dónde se dirigen. De esa forma, el argumento va abandonando sus claves de cine de género negro para convertirse en una película de fugitivas en busca de su lugar en el mundo.
Hay que recordar ahora una película corta que Rivette filmó con las mismas actrices como parte del proceso de creación de Le Pont du Nort. Podrían ser las notas de rodaje, las notas de localizaciones, las notas y claves de la historia. En Paris s'en va (1981) se explica que el mapa de París es como un tablero del juego de la oca y que de lo que se trata es de lanzar los dados y jugar. Madre e hija van recorriendo las 63 casillas (la cárcel, el laberinto, la muerte...); y van explicando las instrucciones del juego. También suena el argentino Piazzolla, por lo que es inevitable pensar que de alguna forma, quizá, Julio Cortázar y su Rayuela (1963) hubieran podido estar en algún lugar del proceso de esta película de Rivette. O al menos es bonito pensar en esa posibilidad.
Pascale viste durante la mayor parte de la película una chaqueta de cuero que es como una armadura. Tiene 23 años y en muy poco tiempo se ha convertido en la imagen de una nueva generación: porte clásico, actitud salvaje, totalmente única. Para el recuerdo, sus viajes en moto. Para el recuerdo, sus carreras a orillas del Sena. Para el recuerdo, las secuencias en las que hace karate y entrena sus katas en mitad de la calle. Cada vez más cerca del baile.
Víctor Iriarte
Foco dedicado a Pascale Ogier.