Paisà

Paisà, Roberto Rossellini, Italia, 1946, 134' DCP VO IT-EN-AL, Sub ES

1-Sicilia

Una patrulla americana llega a un pequeño pueblo. Los alemanes en retirada han minado el terreno. La única posibilidad de salir de allí es seguir un camino de lava por la costa. Una joven llamada Carmela (Carmela Sazio) accede a guiar a los americanos. En su caminar llegan a una torre Normanda. Mientras sus compañeros parten de exploración, Joe (Robert van Loon) permanece con Carmela en la torre. El soldado se confiesa a la joven, que no puede entenderle, hablándole del miedo que tiene y del deseo de retornar a su pueblo. Un disparo de un francotirador alemán abate al soldado americano. Los germanos irrumpen en la torre descubriendo a Carmela. Con el pretexto de ir a buscar agua para los soldados, Carmela retorna junto a Joe moribundo para, de inmediato, cogiendo su fusil, disparar a los alemanes. La patrulla americana, al retornar descubrirá el fusil y el cadáver de Joe. El jefe del pelotón sentenciará: “Esa italiana de mierda…”. Mientras, el cuerpo de Carmela yace al pie del acantilado donde ha sido arrojada por los alemanes.

2- Nápoles

En una ciudad devastada por la guerra seguimos los pasos del pequeño Alfonsino que con una vieja treta (“¡Que viene la policía!”) acaba “quedándose en propiedad” con un soldado americano de color (Dots M. Johnson) completamente borracho. Tras una serie de peripecias el soldado acabará cayendo presa del sueño entre los escombros de un edificio en ruinas. Al despertar, descubrirá que el pilluelo se ha llevado sus botas.

A la mañana siguiente el soldado lleva a cabo sus servicios de policía militar. Para descubrir a su pequeño amigo en trance de desvalijar un camión militar de suministros. Tras detenerlo le exigirá que le devuelva sus botas y le demanda que le lleve a su casa. El niño lleva al soldado al lugar en el que vive, en las cuevas de Margellina, donde centenares de desplazados por la guerra sobreviven en condiciones infrahumanas. Preguntado el niño por dónde están sus padres, la respuesta es sobrecogedora: “los dos están muertos. ¡Pum, pum! ¿Entiendes?” El militar es incapaz de soportar la situación y sale huyendo en su jeep.

3-Roma

“Seis meses después”. Estamos en un atestado local donde se amontonan jóvenes italianas y soldados yankis consumiendo alcohol sin parar. Por un pretexto ridículo comienza una riña entre dos mujeres. En el momento en que llegan a las manos irrumpe la policía militar. Nuestra protagonista (que luego sabremos se llama Francesca, interpretada por Maria Michi) consigue eludir la detención refugiándose en un cine. A la salida se topará con un soldado yanki (Gar Moore) en estado de embriaguez al que acabará arrastrando a la casa en la que alquila una habitación para ejercer la prostitución. Ya en ella el soldado comienza a rememorar su llegada a Roma tras romper las líneas alemanas (“Todas las chicas reían, felices (…) Tenías que haber visto una que conocí. Se llamaba Francesca”). Da comienzo entonces un flashback: El soldado abandona su tanque pidiendo agua para calmar su sed. Una joven le arrastra hasta su domicilio y le facilita agua para lavarse. La joven balbucea unas palabras en inglés con ayuda de un pequeño manual. A su vez el americano exhibe su rudimentario vocabulario italiano. Reclamado por sus compañeros el soldado anuncia a la joven que tiene que marcharse. En la escalera se revelan mutuamente sus nombres: Fred y Francesca. Retornamos al presente. Francesca escucha las palabras del soldado semidormido: “Seis meses. Siempre pensaba en ella”. El soldado revela en su duermevela que volvió a Roma y la buscó “en cada rincón” sin encontrarla. Francesca comprende en ese momento quién ese soldado al que no ha reconocido. Mientras el soldado se duerme definitivamente, Francesca abandona la habitación y el piso no sin antes dejar a la Madama de la casa un papel con su dirección para ser entregado al soldado al despertarse.

A la mañana siguiente, junto al Coliseo, un grupo de soldados americanos esperan los camiones militares que van a devolverles al frente. Fred saca de uno de sus bolsillos un papel. Preguntado por un compañero sobre su contenido, dirá “la dirección de una puta”, mientras lo arroja al suelo.

Las diez y media de la noche. Francesca espera inútilmente a la puerta de su casa bajo la lluvia.

4-Florencia

Jardines de Boboli al sur del Arno donde está instalado un hospital de campaña al que llegan unos partisanos para curar a sus heridos. Harriet (Harriet White), una enfermera inglesa que ha vivido en Florencia interroga a uno de ellos acerca de la situación en la ciudad y si sabe algo de un amigo suyo, el pintor Guido Lombardi. “Quien no le conoce”, responde el partisano. Lombardi se ha convertido en “Lupo”, uno de los jefes de la Resistencia y parece haber sido herido. Harriet busca cualquier medio para cruzar el río y penetrar en la zona de la ciudad ocupada por los alemanes. En la puerta del Palacio Pitti, se encontrará con un viejo conocido, Massimo (Renzo Avanzo), que también busca desesperadamente reunirse con su familia atrapada en la parte de la ciudad bajo control alemán. Solo existe un camino para cruzar al otro lado del Arno, a través del pasadizo que lleva a la Galería de los Uffizzi. Harriet y Massimo se lanzan a la aventura en un recorrido que les llevará hasta una Florencia que parece salida de un mal sueño de un De Chirico (las imágenes de los alemanes en la plaza de la Signoria y junto al baptisterio de la catedral tienen una cualidad espectral) y en la que en medio de calles desoladas en las que partisanos y francotiradores fascistas se afrontan con una brutal crueldad. Consiguen alcanzar una vivienda desde cuyo tejado pueden contemplar el curso de los afrontamientos y de allí se dirigen a la zona de San Jacopino ya controlada por los partisanos. Massimo aprovechando un descuido de los partisanos a los que conoce, se lanza en dirección a su casa. En el intercambio de disparos que esta acción desata, un partisano es abatido. Harriet y otro partisano consiguen arrastrar al caído a un portal. Mientras un grupo de resistentes ejecuta de forma implacable a dos francotiradores fascistas, Harriet recibe de boca del herido la revelación que pone punto final a su búsqueda: Lupo ha muerto.

5- Romaña

El ruido de lejanos combates no es capaz de alterar la tranquilidad de un convento situado en las montañas de la Romaña. Hasta que un día llegan al convento tres capellanes castrenses americanos. Los monjes les acogen con hospitalidad y se disponen a compartir con ellos sus sencillas celdas y sus magras provisiones. El Padre Guardián anuncia a la comunidad que los americanos serán sus invitados en la cena de la noche. Un pequeño milagro sucede y unos aldeanos regalan al convento unas gallinas de tal manera que se puede modificar el escueto menú previsto inicialmente.

Pero la paz del convento se altera de pronto: solo uno de los capellanes, el padre Martin (Bill Tubs) es católico. Los otros dos son, uno protestante y el otro judío. El padre guardián al conocer la noticia hace saber al padre Martin su inquietud porque los otros dos militares puedan morir en la contienda mientras “permanecen en el error”.

Llega el momento de la cena. Tras las oraciones de rigor los huéspedes ocupan su lugar a la cabecera de la mesa. El hermano cocinero porta las viandas a los capellanes americanos que observan que los monjes no son servidos. Ante la pregunta del padre Martin, el superior del convento le hace saber que la comunidad ha decidido ayunar para que la luz pueda descender sobre las dos almas equivocadas que la Divina Providencia ha conducido hasta su retiro. Interrumpiendo el gesto de llevarse a la boca la primera cucharada de comida, el padre Martin agradece a los monjes el gran don que le han concedido permitiéndolo reencontrar la serenidad que había perdido entre los horrores de la guerra.

6- Estuario del Po

Un partisano, desafiando los disparos de los alemanes, rescata el cadáver de uno de sus compañeros de las aguas del Po. Tres miembros del OSS (Office of Strategic Service americano) y un grupo de partisanos luchan aislados de sus tropas, escasos de municiones y sin alimentos. Solicitan ayuda por radio y se les notifica que por la noche serán arrojados suministros en paracaídas. Mientras uno de los soldados americanos, Dale (Dale Edmonds) y un  partisano se acercan a una de las casas enclavadas en el estuario para solicitar alimentos.

El envío nocturno fracasa y, además, los alemanes masacran a los habitantes de casa Maddalena. Solo queda intentar escapar del cerco alemán. Tras recoger a dos pilotos británicos procedentes de un avión abatido, los luchadores intentan alcanzar el mar pero son interceptados por los alemanes, rodeados y, finalmente, tras desigual combate y agotada la munición, apresados por sus enemigos.

Conducidos a la casa Maddalena, los americanos son tratados como prisioneros de guerra. No así los partisanos que para los alemanes son meros bandidos y, por tanto, no están amparados por la Convención de Ginebra. Acostados en el exterior de la casa, esperan la muerte mientras se lamentan de que nadie sabrá lo que les ha sucedido.

Primeras luces del amanecer. Atados de pies y manos, los partisanos son arrojados al río desde la borda de una barcaza. Ante la brutalidad del hecho, Dale intenta evitarlo siendo abatido por las balas alemanas.

Sobre la imagen de las aguas removidas por la caída de los cuerpos de los ejecutados, la voz narradora que ha introducido cada uno de los episodios enuncia sus últimas palabras: “Esto sucedía en el invierno de 1944. Al comienzo de la primavera la guerra había terminado”. Poco a poco las ondas creadas por los cuerpos al caer en el agua van desapareciendo.

Santos Zunzunegui